…a ser, a vivir, a reinventarte, a seguir…

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Cómo expandir tu alma

«La unión hace la luz más brillante. Esta es la expansión del alma.»

Gratitud: Sentir para Creer

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El agradecimiento es la memoria del corazón
~Lao Tsé

 

Ser agradecidos es una habilidad que podemos aprender para poder alinearnos con lo que verdaderamente resuena con nosotros y abrirnos a recibir más cosas.

Creo que no se nos enseña lo suficiente a ser agradecidos y que pasamos demasiado tiempo enfocando nuestra atención en las cosas que no van como «deberían.» Pero esto nos mantiene centrados en emociones de una vibración muy baja y no nos hace sentir bien.

Recientemente he notado que no sólo nos cuesta ser agradecidos sino que tampoco sabemos recibir el agradecimiento que viene de otras personas. Muchas veces me he encontrado en situaciones en las que expreso mi agradecimiento a otras personas ya sea por su tiempo, por su dedicación, por sus gestos o por su presencia y enseguida me contestan que no tengo por qué agradecerles nada.

Esto me parece curioso porque nos pasamos la vida quejándonos de que las cosas no van bien pero luego no nos percatamos de las cosas que sí van bien e incluso cuando lo hacemos es como si internamente no nos sintiéramos merecedores de aquello y entonces lo «rechazamos» de alguna manera o nos saboteamos internamente diciendo a los demás que «no hay nada qué agradecernos» o que lo positivo que nos ha ocurrido es «demasiado bueno para ser cierto».

 

Pero yo sí me siento agradecida y creo en expresar el agradecimiento. De otro modo es como comprar y envolver un regalo y no darlo.

Yo he notado cambios significativos en mi vida cuando practico el arte de la gratitud ya pesar de que hoy en día se encuentran por Internet millones de listas con «motivos» por los que estar agradecidos, hay muy poco sobre las verdaderas razones por que practicar la gratitud.

 

¿Cuáles son mis razones para practicar la gratitud?

  1. Yo practico la gratitud porque me obliga a reconocer las cosas buenas de mi vida. No nada más se trata de dar por sentado que las cosas vayan bien sino de de verdad tomar consciencia de que hay bondad en mi vida por todas partes.
  2. Yo practico la gratitud porque me permite mantenerme enfocada en las cosas positivas de mi vida. Ser agradecida es una manera de elegir deliberadamente en qué quiero centrar mi atención y esto hace que aquello en lo que me centro se expanda.
  3. Yo practico la gratitud porque me permite recordar que soy parte de un todo. No somos seres humanos aislados; somos seres humanos a quienes cada día se nos dan miles de bendiciones de las que casi ni somos conscientes y que sin lugar a duda no dependen de nosotros.
  4. Yo practico la gratitud porque me hace sentir bien y me impide entrar en el círculo vicioso de la negatividad y las críticas.
  5. Yo practico la gratitud porque me ayuda a ser más amable con los demás, con la vida y conmigo misma. Cuando soy agradecida me olvido de lo que he dado para recordar lo que he recibido y esto me permite reconocer que le importo a otros quienes dedican su tiempo o su energía en mí.
  6. Yo practico la gratitud porque me permite avanzar en mi camino. Una vez que entiendo que el mundo no es hostil hacia mí y que el Universo trabaja para mí; entonces me siento capaz de alinearme con mi camino y abrirme a recibir más.

 

“Educarnos en el sentimiento de gratitud significa buscar y valorar la gentileza que se encuentra detrás de las acciones que nos benefician. Nada de lo que se hace en nuestro favor ocurre porque así tenga que ser: todo se origina en la voluntad positiva que se dirige a nosotros. Acostúmbrense siempre a expresar agradecimiento con sus palabras y acciones.”
~Albert Schweitzer

¿Por qué perdonar?

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Partiendo de lo que significa el perdón, todos hemos vivido situaciones que en un momento determinado han marcado nuestras vidas y todos nos hemos cruzado con personas que con sus acciones en algún momento han generado en nosotros gran sensación de malestar y dolor.

Cuando nos sentimos agraviados entonces condenamos a esas personas y les hacemos responsables de cómo nos sentimos nosotros; pero lo cierto es que nadie nos hace ni nos deja de hacer nada.

La gente sólo es y sólo hace (sin etiquetas de cosas «buenas» o «malas»). Somos nosotros quienes juzgamos los actos de otros o las situaciones que vivimos (como «buenas» o «malas») y quienes en última instancia permitimos que algo nos afecte a pesar de que siempre tenemos opción de elegir cómo sentirnos (mejor) frente a cada situación.

Hacer un trabajo de perdón para liberarnos de cualquier sentimiento negativo o resentimiento que guardemos hacia una persona o hacia una situación es importante porque solemos repetir en nuestra vida los mismos patrones que hemos visto en casa y que hemos aprendido no sólo de nuestros padres sino de todas las figuras de autoridad con las que nos hemos relacionado; ya sean maestros, líderes, jefes, dirigentes u otros.

Cuando realicé el trabajo de perdón a mi madre, recuerdo que me quedé en blanco durante el ejercicio. A nivel consciente yo me había convencido de que hasta entonces mi madre lo había hecho lo mejor que había podido y de que por lo tanto yo no tenía nada que perdonarle. Después de todo, mi madre no tiene ni idea de las cosas aparentemente insignificantes que me pudieron suponer un dolor a mí.

Mi nivel de bloqueo era tal que durante el ejercicio mi subconsciente no permitió que mis resentimientos o malestares aflorasen.

Cuando me di cuenta de que el ejercicio no estaba funcionando, compartí lo que me estaba sucediendo con mi Renacedora y ella detuvo el ejercicio para pasar a ejecutarlo de una manera diferente.

Tuve que sentarme a pensar y a rebuscar qué cosas mi sistema había estado ocultando o ignorando hasta que conseguí identificar esos eventos.

Todos necesitamos avanzar y todos en algún momento hemos visto en nuestros padres conductas que pensamos que no deseamos repetir pero inevitablemente caemos en ellas y eso se debe a que en el fondo (por muchas historias que nos contemos a nosotros mismos y por mucho que logremos convencer a nuestra parte consciente de que algo es o no es de una manera determinada); no hemos sabido perdonar estos acontecimientos.

Así que completar esta actividad de perdón a mi madre era la única forma de poder cambiar mi visión sobre esos episodios que en un momento me dolieron; y de poder comenzar a verlos desde la perspectiva del amor para poder deshacerme verdaderamente de ellos.

En la medida en que perdonamos, nos sentimos mejor, nos sentimos liberados y dejamos ir un pasado que nos lastima. A su vez esto nos permite seguir adelante desarrollando nuestra vida sin conflictos y sin sentirnos atrapados en las cosas que nos procuraron dolor en algún momento.

Vídeo

«Cómo Instalarse un Ego de Bajo Consumo» Fidel Delgado

via «Cómo Instalarse un Ego de Bajo Consumo» Fidel Delgado.

¿Por qué elegimos seguir sufriendo?

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Llegué a mi 5ta sesión de mi primer ciclo de terapia muy revuelta. En vista de las circunstancias mi Renacedora decidió posponer la actividad que tenía preparada para ese día y en su lugar hicimos un trabajo de perdón a mí misma.

Entonces me perdoné por sentirme triste, por sentirme abandonada, por no ser capaz de volver a mi casa, por haberla abandonado en primer lugar, por sentirme perdida, por no saber qué hacer ni cómo volver a encontrarle el sentido a mis días… Me perdoné por todas las cosas por las que yo misma me acusaba y por aquellas que me hacían sentir inmensamente culpable en ese instante.

Tanto en la 5ta como en todas las sesiones anteriores me había cansado de repetirle a mi terapeuta que yo no quería sentirme así pero que no sabía cómo salir del agujero en el que me encontraba.

Quizás de forma inconsciente esperaba que ella me dijese cómo hacerlo, pero lo mejor de esta terapia es que el Renacedor nunca te dice lo que debes hacer; sólo te plantea las preguntas y luego te acompaña mientras tú descubres las respuestas.

Aquel  día me tocó contestar a la pregunta:

¿Qué gano con estar triste o echar de menos a mi ex?

Me precipité a contestar que no ganaba mucho o más bien nada; en lugar de ello yo sólo creía que seguir guardando la esperanza de que volviese significaba que todo el malestar por el que estaba pasando sólo era temporal.

Ese pensamiento; el creer que iba a volver, hacía que todo fuese menos doloroso y más llevadero. Hasta ese momento eso fue lo único que pude contestar a la pregunta.

Mi terapeuta me animó a pensar qué más podría ganar yo con mi actitud de abandono y dolor. Estuve unos instantes en silencio haciendo un verdadero esfuerzo por comprender a dónde quería llevarme con esa pregunta. Finalmente entendí que mi pataleta no era más que una forma de reclamar amor. Estar mal y ser la víctima de aquel abandono suponía que otros se preocupasen por mí, me mimasen y me atendiesen. Estar fatal era mi manera de obtener esa atención; y a cambio de ese beneficio yo seguía enganchada al sufrimiento.

Muchas veces pensamos que otras personas son responsables por los traumas y sufrimientos que experimentamos en el presente, pero en realidad esto es algo que nos procuramos nosotros mismos. Elegimos sufrir porque a cambio obtenemos algún beneficio,

  • ya sea algo que creemos carecer y que de otro modo no podríamos obtener
  • o algo que nos de una excusa o justifique el ser como somos (especialmente esos aspectos de nosotros mismos que no son precisamente los más positivos). Es más fácil decir que tenemos un motivo para ser así o para sentirnos así, que el hacer un esfuerzo por mejorar nuestra condición.

Lo cierto de la historia, nos guste o no;  es que la única forma de deshacernos de las cosas que nos causan dolor es simplemente soltarlas.

Los dolores hay que vivirlos y no estoy sugiriendo que debamos suprimir las emociones negativas. Sólo digo que hay que aprender a dejarlas partir y elegir sentirnos bien en lugar de sufrir.

No hay sufrimiento real ni motivos verdaderos para quedarnos enganchados a emociones que nos martirizan. Además hacerlo no cambia la situación que sea que nos haya hecho llegar a sentir tal estado de dolor y sufrimiento; sólo alimenta el malestar y nos mantiene en el círculo vicioso.

Entonces, ¿para qué elegir seguir sufriendo?

«Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera.»
~François de La Rochefoucauld

La vida es fluir

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«I will not stress myself out about things I can’t Control or Change.»

Control y Cambio son dos términos alrededor de los cuales gira nuestra vida a pesar de que muchas veces no somos conscientes de ello. La mayoría de las personas queremos sentirnos dueños de lo que hacemos, queremos coger el toro por los cuernos y sentir que de una manera u otra dirigimos nuestra vida hacia donde queremos. Sentir que no controlamos nuestra vida nos genera una incertidumbre tremenda. Sentir que no somos capaces de cambiar algo nos genera frustración e impotencia.

Cuando mi yaya aún vivía, recuerdo que una vez me invitó a tomar café y conversaba conmigo mientras me decía que no me sintiera mal tras mi última ruptura porque (según ella) el destino estaba escrito y las cosas me irían bien. Mi madre sin embargo siempre me ha dicho que el destino no existe y que nosotros forjamos nuestro propio camino; por lo que estas dos visiones tan distintas de la vida en un momento determinado me suscitaron un conflicto interno ante el cual acabé por concluir que una parte de la vida depende de nosotros y otra simplemente no. Aunque eso nos de mucho miedo.

Creo que todos estamos aquí para vivir un gran aprendizaje que aún no sabemos cuál es exactamente pero que en su conjunto, todas esas experiencias nos llevarán a algún camino que para mí, finalmente, consiste en descubrir mi propósito en la vida. Un propósito que ya está en mí, con experiencias que ya había elegido vivir incluso antes de nacer aunque ahora no sea consciente de ello; pero de eso se trata: de volverme cada vez más consciente.

Es cierto que tenemos siempre opciones y que podemos elegir qué hacer. Sin embargo también es cierto que hay muchas cosas que no dependen de nosotros, pero nos cuesta abandonarnos al destino, nos cuesta fluir con la vida y permitir que las cosas sean como son porque no queremos sentir el miedo aterrador que implica el no tener el control sobre algo… Especialmente si ese algo es nuestra vida. Pero, ¿qué sentido tiene poner resistencias?

Durante años, cada vez que me pasaba algo que no me gustaba o que yo consideraba una «desgracia», no podía hacer otra cosa que preguntarme «por qué a mí?» Sin embargo después de completar mi primer ciclo de Rebirthing, esto es algo que ya ni siquiera se me ocurre plantearme. Sólo procuro aceptar lo que me sucede, intento ver cuál es el propósito de esa experiencia (en vez de buscar el motivo que lo generó porque aunque nos fastidie, averiguar las causas no va a cambiar los hechos) y sobretodo procuro mantenerme en el momento presente viendo cada una de esas experiencias como ocasiones para crecer (mi Renacedora llama a estas situaciones que nos mueven o nos revolucionan el mundo «oops!» –> «otra oportunidad para sanar»).

Hay cosas que vivimos que no podemos ni controlar ni cambiar; esto es así para todos pero hay personas que no pueden vivir con eso. Una vez que te preguntas ¿qué es lo peor que puede pasar? ante una determinada circunstancia y te das cuenta de que verdaderamente puedes vivir con cualquiera que sea la respuesta; entonces todo el temor y el drama que tu mente ha generado alrededor de «eso» (sea lo que sea) se desvanece.

En mi último post escribí sobre la diferencia entre ser felices y experimentar la paz interna, y hoy nuevamente quiero decir que aunque algunas situaciones se escapen de nuestras manos; podemos siempre aceptar las circunstancias independientemente de que las mismas nos gusten o no. Hay una gran diferencia entre aceptar, resignarse y estar en paz y es importante no confundir una cosa con la otra porque podemos aceptar una situación sin que esto signifique que nos resignemos y podemos sentirnos en paz con una situación sin que esto implique que nos guste la situación; es sólo cuestión de cambiar un poco la perspectiva y dejarnos fluir con el ritmo de la vida porque sí; todo pasa para nosotros y no tiene sentido comernos la cabeza por cosas que no podemos cambiar o controlar.

¿Existe la tolerancia infinita?

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«Para ser tolerante uno a veces tiene que soportar situaciones difíciles, mas nunca debe tolerarse el abuso.»
~Bob Mandel

Ciñéndome al concepto más básico de lo que es la tolerancia, podría decirse que su definición habla sobre respetar las ideas o creencias de otras personas incluso cuando éstas difieren de las propias. De esta concepción sacamos por tanto algunos puntos claves para que la tolerancia pueda existir como lo son la aceptación y el respeto.

Hablando sobre la aceptación, se podría decir que se trata de no poner resistencia sino permitir que las cosas simplemente sean como son. Esto a su vez es un aspecto esencial del perdón porque si nos permitimos aceptar cada momento tal y como es, sin juzgarlo; evitaremos crear una acumulación de resentimiento.

Hablando sobre el respeto, se podría decir que honrar los pensamientos y opiniones de los demás sin importar qué tan opuestos sean a los nuestros es la única manera de crear un espacio libre de juicios y mantener relaciones saludables. Todos tenemos derecho a que se nos escuche y se nos respete por lo que pensamos, sentimos o expresamos.

A pesar de esto no hay que caer en la trampa de confundir la tolerancia con la sumisión e ignorar claras situaciones de abuso ya sea físico, verbal, mental o espiritual. Permanecer en una situación de violencia o justificar algo que sin duda alguna nos perjudica, sería equivalente a violar nuestros propios derechos humanos.

Ya dice Bob Mandel que «ser tolerante ante los errores de los otros es un importante acto de amor y compasión»; sin embargo en un entorno en el que no se han creado espacios para que cada persona refleje sus propias ideas y formas de ver las cosas independientemente de que éstas no reciban la aprobación de los demás, será imposible alcanzar la verdadera tolerancia.

Hay conductas que son intolerables independientemente de las circunstancias o de la persona que las manifieste y creo que ahí radica otro punto clave al entender de lo que se trata la tolerancia y el reto que la misma nos presenta: «ser tolerante con el hombre más no con su injusticia.»

Podemos ser tolerantes con una persona y esto no significa que debamos soportar sus conductas intolerables. Incluso si nos centramos en el momento presente y aceptamos que cada cosa suceda como sea que tenga que suceder; tampoco es necesario exponernos a los abusos o dejar que llegue la sangre al río para saber que tenemos un motivo justificado para retirarnos de esas situaciones antes que permitirnos ser víctimas de las mismas o ponernos a la altura del victimario cayendo en las mismas conductas abusivas que condenamos. Debemos aprender a poner un límite y esto es de suma importancia porque nadie más lo hará por nosotros.

En otras palabras;  «no evitas meter la mano en el fuego porque le tengas miedo, sino porque sabes que te quemarías. No necesitas tener miedo para evitar peligros innecesarios; basta un mínimo de inteligencia y sentido común.»

Otro punto importante a tener en cuenta con todo esto del camino hacia la tolerancia infinita, es hacer la distinción entre ser felices y experimentar la paz interna. Como lo expone Eckhart Tolle en su más famoso libro, hay hechos que todos experimentamos en nuestra vida diaria que es imposible que nos hagan felices como lo es por ejemplo la pérdida de un ser querido; sin embargo no es menos cierto que ante una situación como ésta podemos experimentar la paz interior.

Esto significa que podemos amar y perdonar y tolerar a una persona sin que esto implique que tengamos que soportar sus abusos. También podemos amar y perdonar y tolerar a una persona sin que esto signifique que tengamos que mantener una relación con ella. Y no mantener una relación con ella puede que sea algo que no nos haga felices; pero sigue siendo algo válido siempre que podamos experimentar la paz interna y nuestro propio bienestar.

Independientemente de las circunstancias, todas las cosas que vivimos nos enseñan grandes lecciones de las que podemos aprender a crecer y a ser seres más reales y capaces de conectar con la sabiduría interna que nos dejan incluso las situaciones más dolorosas que vivimos.

«Pero si miras de cerca, verás que tu manera de comportarte y tu forma de pensar están diseñadas para perpetuar el dolor, tanto para ti mismo como para los demás. Si realmente fueras consciente de él, este patrón se disolvería, porque desear más dolor es una locura y nadie está conscientemente loco.«
~Eckhart Tolle

Ponle cariño a la vida

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«Muchos pensaban que yo poseía dones especiales o poderes poco comunes; pero sencillamente había leído y experimentado hasta que aprendí a usar lo que aprendí.»
~Jose Silva

Hoy me he sentido totalmente identificada con esta frase porque muchas veces la gente alaba mi inteligencia como si yo tuviese dotes especiales y aunque ante los ojos de otras personas mi inteligencia pudiese parecer en ocasiones más elevada de lo que en realidad es, lo cierto es que me considero una persona lista, pero no dotada de un coeficiente intelectual superior al de la mayoría de la gente. Seguramente si así fuera estaría sentada en Harvard descubriendo el agua tibia; aunque para eso no bastaría con ser inteligente sino que también necesitaría un montón de pasta!

Alguna vez me pregunto qué significará para esas personas que me alaban el ser «muy inteligente.» ¿Tener una titulación suma cum laude? ¿Saber algo de ordenadores? ¿Hablar otro idioma? ¿Ser independiente? ¿Poder escribir más de 50 palabras por minuto? ¿Ser pluriempleada? Porque si tuviese que hacer una lista de todas las cosas sobre las que no me entero o sobre aquellas que se me dan fatal; seguro que en esos aspectos resaltaría más por mi torpeza.

Yo soy más perfeccionista que inteligente y en realidad la mitad de las cosas por las que me alaban no son cuestión de inteligencia sino de ponerle un poco de cariño a la vida. Quizás mi cuidado al detalle y dedicación por hacer las cosas bien y culminar lo que empiezo es lo que me lleva realmente a conseguir resultados que luego la gente cree que no son más que mero acto de la divina providencia y de unos genes que muy convenientemente juegan a mi favor.

El que otras personas me consideren «muy inteligente» es por supuesto una excusa para todo tipo de expectativas y sucesivos comentarios como: «no sé cómo alguien TAN inteligente como tú pudo cometer un error así», «me esperaba esto de cualquiera pero no de alguien TAN inteligente», «parece mentira que con LO inteligente que eres hayas hecho algo así» (como si yo no tuviese derecho a caerme y levantarme), «esto mejor hazlo tú que eres MÁS inteligente» y, hablando claro; al margen de que lo que me digan me beneficie o me perjudique, estoy convencida de que nada va de ser o no inteligentes; si acaso, va de tener un poco de maña.

Lo que intento decir es que a veces sólo hace falta creer en lo que hacemos y hacerlo todo lo bien que podamos pero no creyéndonos la historia de que somos los mejores sino verdaderamente poniendo nuestro empeño sin esperar nada a cambio y sin intentar impresionar a nadie. Lo único que hace falta es prestar un poco de atención y ser un poco listos para poner en práctica todo lo que hemos aprendido y aquello que ya tenemos dentro; entonces el resto del mundo tendrá que cargar con el peso de sus propias expectativas independientemente de que  nos achaquen los aciertos o los fallos a la «inteligencia» como si se tratase de un ser con vida propia y voz cantante.

Todos tenemos la capacidad de absorber, de aprender, de evolucionar, de crecer y de adaptarnos; pero lo que consideramos «milagros» a veces no son más que fenómenos puramente naturales que resultan de nuestro propio poder de convicción, de sanación, de materialización y de nuestra fe si tan sólo nos encontrásemos siempre agudamente receptivos a todo lo que nos rodea y a lo que nos decimos a nosotros mismos.

«Entre las leyes del universo parece existir una especia de ley cósmica que garantiza que todos nosotros, no importa cuan ilustres o cuan inferiores seamos, cuan brillantes o cuan torpes seamos, podemos tomar parte en el advenimiento de sucesos legítimos por medio de la firmeza de nuestro deseo, nuestra creencia y nuestra expectativa.»
~Jose Silva

Entonces, ¿a qué esperas para ponerle cariño a la vida y sacar a relucir tu «inteligencia»?

Atrévete a Soñar

Mira dentro de ti…

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No conozco un valor mayor que el necesario para mirar dentro de uno mismo.
~Buda

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